Mirando por mi ventana puedo ver muchas cosas. Los cables enredados que dan luz a la cuadra, un estudiante yendo en sentido contrario con su bicicleta, niños saliendo del colegio y muchos carros pasando. El cielo gris de Lima da un aire deprimente que solo el más optimista del mundo podría encontrar hermoso.
Es hora de ir a trabajar, a seguir con la rutina, ver a mis estudiantes lograr los objetivos del día, cenar y regresar a casa. Así pasan los días rápidos y grises. Como el otro ciclista que acaba de pasar en el sentido correcto.
No hay mucho que admirar hoy, solo la belleza de la fealdad de un viernes.